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Reportaje Revista Cartón de Piedra
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Siempre que leemos un texto lo hacemos desde nuestra perspectiva, y a veces olvidamos que cuando abrimos un libro —y más si es de poesía— tenemos frente a nosotros no solo al libro, sino a un ser humano que nos entrega una parte de su tránsito, su visión, sus cimas y simas, su construcción del mundo. Ahora que el poeta Humberto Vinueza (Guayaquil 1942-Quito 2017) ha dejado este mundo, el acto de abrir un libro suyo y leerlo es un acto de reconocimiento y acercamiento al hombre, al activista, al ser humano que dejó un innegable legado en las generaciones posteriores.
«Tengo sed —pensó— pero mi causa no es tener sed, / y se internó en la inmensidad sofocante de la arena. / Más tarde al contemplar las distancias, dijo / Desde mí hasta donde se pierde lo que he sido, / está acaso el enigma de mi edad. Rostros vacíos/ tiene esta sed desde mí. / Pero mi causa no es explicarme estos misterios. / Siguió caminando hacia la tarde que caía. / ¿Esta tarde va o regresa? / ¿Dónde mi existencia? / Y buscó con las manos el calor de su cuerpo / y era inútil / Con sus oídos buscaba el calor de su cuerpo / y era inútil / Con su olfato buscaba el calor de su cuerpo / y era inútil / Con su mirada buscaba el calor de su cuerpo/ y era inútil / Con sus codos, sus rodillas, sus cabellos, sus pies, / buscaba el calor de su cuerpo. / Y al ver que era inútil / miró su sombra reflejada apenas en la tibia arena. / Nadie se arrodille frente a un sueño, ni mañana / ni antes de nacer… Quizás la sombra es la parte / más importante de mi cuerpo…». Este es un fragmento del poema ‘El caminante’, publicado en 1966 (cuando tenía 24 años), en el número 7 de la revista Pucuna, de la que fue parte desde sus inicios, cuando perteneció al movimiento tzántzico. De esta revista y de este movimiento, Agustín Cueva comenta:
Todo empezó a cambiar desde aquel momento, por ahí empezaron a canalizarse todos los anhelos de transformación. Se modificó la manera de escribir, gracias a una suerte de violencia verbal que descoyuntaba los parámetros de un discurso burgués que mal o bien se había implantado en Ecuador sin separarse completamente de su ubre aristocrática. Se cambió la forma de ver el mundo, revolucionándola y a la vez desprovincializándola, en la medida en que el poeta era ahora también un trotamundos.
Humberto Vinueza: un hombre sobre la tierra