NO SOY UN AFICHE

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Con mis ojos engrandecidos por la tempestad

a un tris de llover sobre lo llorado

y relampaguear sobre la palabra que se reconcilia

con las formas

digo que la trascendencia es un don

sin la coartada de las magnitudes

sin la nostalgia por la polisemia

bajo la capucha pasás lista a tu arsenal

de evocaciones vertebradas a tu sombra

y al resorte que indaga los modos

de alterar su normal descentramiento

y toda tu vida aparece como un film

y tenés la sensación de que de nuevo vas a vivirla

en reversa del destino cinético

y en otra dimensión y en otros trasiegos a la vez

el fraseo de las edades y sus gestos

afloran entre lamido y mordedura

succión y deglución

apego y distancia

chasquido y silencio

movimiento y pausa de las líneas vitales

que se fundan en las coordenadas de los cielos

y lo que te preguntan entra en tus uñas con agujas

y exactitud obsesiva hasta la trama del vértigo

y vuelven a preguntar

ahí donde se acumulan los diseños de la libido

o la ternura

y colgándote de los pulgares te descargan

la pesadumbre de todas las muertes

en el pezón izquierdo

hacia adentro bien adentro de las ideas sin palabras

y simultáneamente en las dos corolas del dolor

al ritmo de la masturbación frenética de los guardias

y luego te interrogan acerca de la armonía

y de las ambiguas convergencias del sueño

que te esperan en el ton sin son de tu pulso

con cigarrillos prendidos te queman la otra piel

y la insondable

y bajo vigilia forzada violándote te preguntan

cuál es la fosforescencia de la semántica

el intervalo autónomo de la vida

que se amolda a los resquicios del gusto

en el trazo de la justa proporción

-repito- el bamboleo en el trazo de la justa proporción

de la suma de la suma en cada susto

las huellas que coinciden con el ciclo

de las inseguridades expansivas

y lo que no respondés se convierte

en sombra de antimateria sobre tu escafandra

y el alma o lo que sea se vuelve toda hipnosis

interior

¿se puede decir hipnosis interior?

:vida que se desliza entre tus venas rotas

y ese muro con grietas o grietas con asiduas evanescencias

y los goznes de la puerta chirriando su asedio

bajo la capucha retornás de un viaje

largamente repetido

y respirás en la infra atmósfera saturada de sangre

y no sabés si sos prolongación del reflejo

de algo que renueva lo que permanece

o protuberancia

de tus propias aberturas hinchazones quebraduras

querés recordar

y lo intermitente es un goteo

sin resonancia en la base del cráneo

tratás de reordenar con una queja los órganos

y la añoranza de aire que al fin

se filtrará desde el fondo del cielo
y de los retazos de la euforia musical de la lluvia

y de los pliegues de la verosimilitud

y de la concentración en la retentiva del cuerpo

y de los escalones de la desconfianza
y del embudo de retintín entre un testigo narrador

y la otredad absorta en las maneras de ser conciencia

para la inconciencia

y tus bisagras íntimas tus cuerdas tus pantallas

no responden

ni tu nariz atenazada por la gruesa oscuridad

el resto de la historia pertenece a los damnificados

por la suerte

y al recato como secuela de lenguaje

mi memoria fulgura

cuando remojo los restos del sentido

entre el azar que se concentra

y la eventualidad que todo desperdiga

existo al recordar el tránsito de mi cuerpo

que no es solo la idea de un momento en movimiento

sino un ritmo abierto hacia sus despliegues

que más tarde finará por eclipse

o renuncia a los resguardos del amor

pero esa es otra fábula:

yo no sufro de jactancia

me asumo en la buena o mala ambigüedad

del doble sentido

aquí me tenés

desde hace ya muchas mareas

contando y volviendo a contar la historia

del mensaje dentro de una metáfora gélida

lanzada por un náufrago

que yo misma soy

sé que este temporal de desnudez y vigilancia

pasará
que todo acabará en imagen letra o sordina
en imprescindibles espectros del insomnio

y en mito del coraje

y de las causas vividas como sueños

y de los sueños como despertares

y de los sueños como sueños

estos años pasarán como una noticia

que al leerla no la creerá

ni siquiera el fantasma autor de mis autobiografías

y en cada silencio pensaré que todo

es solo empezar no a ver para creer

sino a creer para ver

sin embargo si alguna vez acaso alguien me dijera

amo la puntuación respiratoria de tu cuerpo

-su íntimo batuque-

ese ala y a la vez ancla

asida a la permanencia o la fuga

ese tan amparo como augurio de tus senos

deberá tener presente que todavía hago trenzas

con los versos de mis poetas amados

y que yo habiendo sufrido con este mismo cuerpo

la tortura

no resistiría a la tentación de una acrobacia nupcial

no resistiría a las dulzuras del amor

tú sí me creés ¿verdad?

quién más puede creerme.

 Para Doris María Tijerino